Sonaban las trompetas en el reino de Camelot. Víctor, cargado con su cesta repleta de hortalizas, subía por la calle principal camino del castillo todos los meses. Obsequiaba al monarca con los mejores productos de su huerta: zanahorias, guisantes, calabazas... El rey solía enviarle una carta escrita de su puño y letra agradeciendo los deliciosos manjares. Estos obsequios hacían que Víctor y su familia pudiesen vivir más cómodamente y, de vez en cuando, recibir algún que otro premio.
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